lunes, 8 de febrero de 2010

- joder nena, aquí no...

y yo te juro que no puedo evitarlo. me pones tu carita de pena como diciendo: nena, las guarradas mejor en casa, pero a mí esa cara me parece demasiado sexy para parar.
por eso te la chupo cuando hablas por teléfono con tu jefe, me restriego en tus rodillas cuando vamos todos apiñados en el coche de Toni y te digo que no llevo bragas cuando vamos a casa de tu madre.
la última vez te calenté tanto que aprovechaste que la Buena Señora se marchara a la cocina a vigilar su bizcocho de limón para tirarme en el sofá, subirme la falda, ponerme en cuatro y metérmela sin piedad. temí que escuchara tu carne golpeándose contra la mía. estabas como loco, moviéndote con ritmo acelerado y repitiendo algo que no entendí, porque yo sólo podía pensar: que se corra rápido, que se corra rápido...
levanté la vista y vi unos grandes ojos azules clavados en nuestra escena tan (porno-)gráfica, era el gato. nos miraba extrañado, girando la cabecita primero hacia un lado y luego para el otro. se olía a vicio y a bizcocho. tú te corriste. y escuchamos los pasos de tu madre, chancleteando con sus zapatillas algo desgastadas, acercándose más y más. toda esta escena me regaló un orgasmo, no de los buenos, pero orgasmo al fin y al cabo.
a la señora se le borró la sonrisa de la cara. tú estabas de pie, sudando y mintiendo sobre lo mucho que te gustaba ése horrible cuadro de payasos que tocan la trompeta, (qué mal disimulas, cariño). y yo, sentada en el sofá con las piernas cruzadas, el pelo revuelto y enseñando los dientes de manera forzosa. muy falso todo.
tu madre dijo que el ambiente estaba cargado y yo me levanté al baño despacio, buscando cualquier prueba que pudiera delatar lo que acababa de ocurrir. y la Buena Señora me siguió porque pensaba que su hijo salía con una yonqui que lo llevaba por el mal camino. casi prefiero que crea eso a que sepa la verdad. que nos lo montamos como perros sobre sus cojines bordados y bajo la atenta mirada del gato de la familia y los ojos vidriosos de sus muñecas de porcelana de colección.

domingo, 7 de febrero de 2010

ojos cerrados, respiración tranquila. soñaba con sexo, eso es seguro y ahora entiendo porqué. algo me despertó. fue progresivo, sin sobresalto y dulce, muy dulce. no me vi la cara pero supongo que tendría esa sonrisa estúpida que describe perfectamente el placer. alguien me estaba violando con los dedos, de eso no había duda, demasiado pequeños para ser una polla. unos gemidos me hicieron abrir los ojos, miré hacia la izquierda y ahí estabas tú, no podía ser otro, pajeándote y pajeándome. eres un animal, ni siquiera te importa que no esté consciente, pero no sé quién de los dos es peor, porque creo que no me había mojado tanto desde aquella vez que lo hicimos en ésa fiesta llena de gente borracha.

lunes, 1 de febrero de 2010

-Querido, me vas a volver loca, me sales con eso de que llevamos caminos diferentes pero bien que me insististe que te lo contara todo, y yo te lo conté todo, todo. que de pequeña creían que iba para monja y ahora sueño que me lo monto con ellas, que cuando digo que me toco diez veces al día no estoy exagerando, que me meto cualquier cosa o que, hasta los documentales de animales de la 2 ¡me encienden!. pero cari, esto no es culpa mía. la culpa la tiene el Marqués de Sade y su literatura envenenada, maldita la hora en la que encontré esos libros bajo la cama de mi abuela (que a saber qué hacían allí, pero bueno, eso ya es otra historia...). y claro, una empieza leyendo como cualquier Eugenia y acaba siendo la libertina más puta de todas.
que no me mires así. lo de rara... vale, pero ¿pervertida?, oye, que todas las monjas que aparecen en mis sueños tienen menos de 30, no te vayas a pensar que soy una enferma ¡ni mucho menos!
además, tú también tienes lo tuyo, que rarito en la cama eres un rato, a veces creo que estoy viendo el capítulo 25 de los documentales: el apareamiento de la tortuga de tierra.