miércoles, 11 de noviembre de 2009
la rabia me repasa cada poro de la piel, y tú que no te das cuenta. que no quieres hablar. pues vale, no hablemos, follemos. hagámoslo como conejos, o como perros en celo que suena más porno. estoy enfadada y tú sigues sin darte cuenta. te lo advierto, no te voy a dejar pasar una. me tiro sobre ti en la cama, te arranco el pantalón, te muerdo, te clavo las uñas, te vuelvo a morder y empieza el conjunto de movimientos acrobáticos al ritmo de jadeos casi inhumanos. tanta agresividad te asusta, lo sé, lo noto en tus ojos. tu espalda está roja y mis dientes se señalan en tu cuello... pero serás cabrón, ¡esto te pone más aún!; mírate, míranos. parece que estoy a punto de devorarte literalmente y tú que te dejas. estás cachondísimo. te gusta, y a mí me gusta que te guste. creo que lo voy a hacer más amenudo y curiosamente se me ha pasado el enfado.
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Siempre digo que la ira y el sexo van cogidos de la mano.
ResponderEliminarBeso!
Para amar, es imprescindible dejar de odiar. Un gran beso
ResponderEliminarTambién paso por este tu otro lado. Un placer...
ResponderEliminarSaludos y un abrazo!
"para no sucumbir a la tentación del precipicio la mejor terapia es el fornicio" o algo así era.
ResponderEliminarTe dejo un beso.
el amor y el odio son vecinos... jodidos vecinos.
ResponderEliminarme gusta, claro que si, que suerte que vine...
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